No saben como estaba esperando este libro así que en cuanto lo tuve en mis manos me puse a leerlo y aunque me encanto regresar a El Real y reencontrarme con personajes a los cuales les tomé mucho cariño, en definitiva me falto esa magia que sentí como cuando fui a aquel pueblo lleno de hombres lobo por primera vez. Me falto esa chispa, y en definitiva me falto ese terror.
Y es que si bien en la primera parte, ¨Lobos¨ nos encontramos con estas criaturas salvajes, despiadadas y que devoran todo cuanto se les pone por delante, en esta secuela nos presentan a unos hombres lobo muy humanizados, aquí sabemos que es lo que pasa cuando la luna llena se oculta y sale el sol, y para serles honesta eso hizo que perdiera parte de la magina que sentí en la primera parte.
Los personajes nuevos tampoco me encantaron ni me cautivaron como lo hicieron los personajes que ya conocía, hubiera estado todo bien sin tanto de ello, y sin añadirle más elementos mágicos más que los que se metieron cuando esta trilogía inicio.
Por otro lado amé la evolución que tuvieron los personajes, como manejaron el duelo tras los sucesos acontecidos en el primer libro. Pero a pesar del cariño que le tenía a ellos e incluso a algunos nuevos el autor no se tentó el corazón en hacerlos sufrir y rompernos el corazoncito a nosotros sus lectores.
A pesar de todo esto fue un libro que disfrute y mucho pero en definitiva me quedo con esa primera parte que me hizo de nuevo tenerle miedo a la noche.
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